La comunicación entre animales

En toda comunicación existe al menos un emisor, un receptor y un mensaje. El mensaje puede ser transmitido y recibido por varios canales, como por ejemplo un cartel que alguien ve, o un gesto entre personas que no hablan el mismo idioma, el trino de un párajo o el maullido de un gato, un libro impreso, una página web, entre otros. Además, el mensaje siempre está codificado. Ese código debe ser interpretado correctamente por el receptor. Si el emisor o el receptor no comparten el mismo código, la comunicación no será eficaz y el mensaje podría ser mal interpretado.

En el siglo pasado, la conquista espacial representó un gran adelanto en la comunicación. Los satélites permitieron una interconexión asombrosa entre personas de lugares remotos de nuestro planeta. Con el desarrollo de los dispositivos móviles de comunicación (teléfonos celulares, gps, drones, etc.) la gente comenzó a vivir conectada casi todo el tiempo y esto permitió que la comunicación sea casi inmediata aunque el emisor y el receptor estuviesen a miles de kilómetros de distancia entre sí. Y las tecnologías de la comunicación siguen avanzando.

Muchos de estos avances tecnológicos fueron posibles por medio de la observación y replicación del mundo natural. Cada especie tiene sus patrones de comunicación, que se transmite de generación en generación. A veces, son los progenitores quienes enseñan a comunicar a sus crías, pero en ciertos casos pareciera que la genética les pauta su manera de expresarse. No siempre la comunicación es intraespecífica, es decir, entre miembros de una misma especie, en otros casos es interespecífica, es decir, entre especies. Se comunican para encontrar su pareja, defender su territorio, coordinar comportamientos grupales o cuidar sus crías.

Para comunicarse, los animales utilizan señales auditivas, visuales, táctiles o a través de sustancias químicas como las feromonas. Las señales auditivas son ampliamente utilizadas en el reino animal. En el caso de las aves, existen variedad de cantos. Algunos logran desarrollar una melodía completa, otros mezclan sus cantos con cortejos nupciales, algunos imitan el sonido ambiental y otros solo emiten sonidos. Existen dos categorías de sonidos: los vocales y los no vocales. Por medio de la siringe, un órgano de fonación ubicado por debajo de la tráquea, las aves y los cocodrilianos emiten sus cantos o sonidos característicos. Al estar formado por dos tubos traqueales separados, algunas aves pueden emitir dos sonidos simultáneamente, cantando a dúo consigo mismas. En el caso de las aves que no usan este órgano para producir sus cantos lo hacen a través de otras partes de su cuerpo, como son las alas o el pico. La mayoría de los mamíferos también utilizan las señales auditivas para comunicarse, ya sea en el agua como en el aire, siendo utilizados con distintas intenciones: como señal de alerta, para vincularse con su cría, para marcar su territorio, para atraer a su pareja.

Las señales visuales en mucho de los casos, complementan las señales auditivas. Las acciones no verbales, intensifican, destacan, reiteran o ilustran la señal auditiva. Los cambios en la coloración también sirven como señales visuales.

En lo que respecta a las señales táctiles, es mucho más limitado que en los otros dos casos. Esto ocurre entre algunos insectos, o en la demostración de afecto entre los mamíferos, entre otros.

Por último, algunas especies utilizarán sustancias químicas como las feromonas para activar la respuesta en otro individuo de la misma especie. Esto es usado entre los insectos sociales como las hormigas o abejas para atraer al sexo opuesto, transmitir una alarma o señalar la ubicación de un alimento, entre otros usos. Esta señal es también utilizada por algunos mamíferos como los felinos o caninos.

Muchas de estas señales han tratado de ser imitadas por las nuevas tecnologías, pero, aun así muchas de ellas no se han podido replicar por su gran complejidad.