
Fertilizantes químicos y naturales
“Entonces el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara” (Génesis 2:15, LBLA versión online).
La riqueza de un pueblo se halla en los frutos de la tierra. “Con todo, es de beneficio para el país, que el rey mantenga cultivado el campo” (Eclesiastés 5:9, LBLA versión online). Desde el comienzo de nuestro mundo, Dios colocó al hombre para trabajar el huerto del Edén. El esfuerzo, la dedicación y constancia necesarios para labrar la tierra desarrollarían en el hombre un carácter noble y puro. El relacionarse directamente con la naturaleza permitiría vincularse directamente con las obras de Dios.
Actualmente, por la gran explotación de los suelos, cada día más se requiere del uso de fertilizantes. Sin embargo, la invención de fertilizantes artificiales produjo efectos negativos en la naturaleza: infertilidad de los suelos, aumento de microorganismos, contaminación de las aguas subterráneas, suelos ácidos, entre otros.
En la naturaleza, Dios ha dejado abundante provisión para enriquecer la tierra. Con un buen uso de los recursos naturales se podría abonar la Tierra. El uso de fertilizantes naturales permite:
Algunos fertilizantes naturales que se pueden utilizar son:
El plan de Dios era perfecto, el ser humano decidió tener otro “maestro” y hoy en día estamos viendo las consecuencias en la naturaleza. Dios nos invita a volver al plan original, para que al retorno de Jesús podamos vivir en el mundo que Dios había creado “donde no habrá más muerte ni dolor, porque las primeras cosas pasaron”.
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